lunes, 8 de noviembre de 2010

Política energética. Enriquecimiento de uranio en Argentina: Retomando el camino del crecimiento.

Este año la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) cumplió 60 años. A lo largo de ellos, muchos y variados logros ahora posicionan a Argentina como un destacado jugador a nivel mundial por su firme compromiso con los usos pacíficos de la energía nuclear. Con la reconsideración de la nucleoelectricidad como un instrumento relevante para el abastecimiento energético, el mundo está volviendo a separarse entre los que tienen la tecnología y los que no. No importan las diferencias entre los que tienen, siempre se van a poner de acuerdo para bloquear el desarrollo de los que no. Si uno quiere un verdadero desarrollo de la actividad nuclear en el país, necesita del desarrollo autóctono de todas las tecnologías que la componen.

Este renacimiento nuclear que está ocurriendo en el mundo viene de la mano de muchas iniciativas internacionales que aparentan ser muy lindas y ecuánimes, pero que en el fondo son otra forma más de perpetuar la estructura de poder mundial. Una de estas iniciativas es la multilateralización del ciclo de combustible nuclear que está llevando adelante la Federación Rusa con otros países ex-satélites de la ex-URSS. Pretende desarrollar Centro Internacional de Enriquecimiento de Uranio bajo su control, vendiendo el uranio enriquecido a los países que se adhieran a este centro bajo salvaguardias completas, negando el acceso a las tecnologías de enriquecimiento. Esto, llevado a la filosofía del señor de los anillos sería lo que es el “un anillo para dominarlos a todos”.

El enriquecimiento de uranio, siempre estuvo asociado en el imaginario colectivo a su uso en armas nucleares por parte de líderes arrogantes que lo único que quieren es desestabilizar el “tranquilo” orden mundial. Esta imagen cínica del uso de esta tecnología no es caprichosa. Con estos discursos se quiere condicionar, mediante el manejo de la opinión pública, el uso de tecnologías que sirven para economizar y ahorrar recursos energéticos. Impidiendo el desarrollo de la tecnología por medios políticos es la forma más fácil de asegurarse su predominio.

Enriquecimiento, ¿Para qué? Ya en 1965 Argentina había iniciado los debates sobre el desarrollo de su parque de generación nucleoeléctrico con la famosa discusión de uranio natural más agua pesada versus uranio enriquecido más agua liviana. La disputa se volcó hacia el primer tipo de tecnología por las múltiples ventajas que presentaba para el modelo de desarrollo adoptado en Argentina. En aquella época, una central de uranio enriquecido y agua liviana planteaba interrogantes (que aún hoy siguen vigentes) sobre el abastecimiento del combustible de la central. Si no se posee el enriquecimiento de uranio habría que importar los combustibles y no se estaría nada mejor en cuanto a la seguridad del abastecimiento. Por esta y otras causas, finalmente se decidió que las centrales a construir iban a ser de uranio natural y agua pesada. Así se construyeron Atucha I, Embalse y se comenzó a construir Atucha II hasta que fue suspendida su construcción.

¿Cuál es ese modelo de desarrollo? El modelo de desarrollo que siempre guió el accionar de CNEA fue el de integrar las actividades derivadas del conocimiento de la energía nuclear a la matriz productiva del país (o lo que es lo mismo, que las industrias del país sean las que se involucren con el desarrollo de la energía nuclear). CNEA no es un gheto de científicos aislados de la realidad nacional que realizan investigaciones que solamente a ellos les interesan (como a muchos de sus detractores les gusta pensar). Cada desarrollo que esta institución llevó adelante lo hizo pensando en su integración con la estructura productiva del país y pensando en el desarrollo del mismo. Inclusive fue aquí mismo que se desarrolló la teoría del triángulo de Jorge Sabato sobre la vinculación entre Gobierno, Industria e Instituciones de Investigación (Universidades, etc.) ampliamente reproducida en muchos lugares del mundo.

Complejo tecnológico Pilcaniyeu, Río Negro
Entonces, si Argentina había decidido seguir la línea de reactores con uranio natural, por qué quería el enriquecimiento? Por una parte, Atucha I, Embalse y pronto Atucha II pueden funcionar con uranio levemente enriquecido (ULE). De hecho, Atucha I ya funciona con combustibles que poseen ULE  en vez de uranio natural. Esto implica un ahorro en los costos de combustible del 30%, una reducción del 20% en el uranio requerido y un ahorro del 10% de los costos de generación. O sea, el uso de ULE mejora sensiblemente la ecuación de costos de centrales que por sí ya son competitivas. Y esto está solamente referido a las centrales de uranio natural con agua pesada.

La discusión previamente mencionada de qué tipo de tecnologías seguir no era una discusión definitiva, se trataba esencialmente, de cuál era el mejor camino que podía seguir Argentina para acceder a las tecnologías de centrales nucleares sin una dependencia excesiva del exterior. La estrategia desarrollada fue exitosa en varios aspectos, el más notorio es que Atucha II está siendo terminada por empresas argentinas con muy poca colaboración del exterior. Pero esa estrategia no terminaba con la adopción de una tecnología para siempre, sino que contemplaba la forma en que Argentina se insertaría entre los países poseedores de tecnología nuclear. Ahora, con el resurgimiento de la actividad nuclear en el mundo, el país debe retomar las investigaciones y desarrollos en energía nuclear para insertarse de una manera plena.

La estrategia del gobierno tiene dos ejes principales: 1) el desarrollo que CNEA está haciendo con el prototipo de la central nuclear CAREM-25 y 2) la decisión sobre la que será la cuarta central nuclear. Para la cuarta central, el gobierno está haciendo lo que se hace cuando uno quiere comprar algo de manera inteligente, consulta con todos los proveedores, pensando en el fin último de lo que esto representa (participación local de la industria, financiamiento, transferencia de tecnología y fabricación en el país de los elementos combustibles). Eso, a nivel gubernamental consiste en hacer acuerdos entre países mientras que los organismos técnicos (CNEA y Nucleoeléctrica Argentina -NA-SA) se relacionan con sus pares y realizan las comparaciones para establecer cuál es la central que más le conviene a Argentina. Todavía no se definió qué tipo de central será y todo depende de dos factores esenciales: que el proveedor esté dispuesto a realizar transferencia de tecnología y que también financie la obra. Esto puede significar que la cuarta central nuclear sea de uranio enriquecido y agua liviana.

La central nuclear CAREM es un desarrollo nacional, del cual se está realizando el prototipo de 25 MW eléctricos de potencia. Esta central luego puede ser escalada a 100 - 150 o hasta 300 MW dependiendo de las variantes tecnológicas que se incluyan. Esta central nuclear está en condiciones de convertirse en el mediano plazo en la central nuclear que abastezca las necesidades energéticas de Argentina y que también pueda ser exportada a otros países.

Estos dos ejes si algo tienen en común es que ambos reactores usan combustibles de uranio enriquecido. Si uno quiere asegurarse el abastecimiento seguro de la central, debe asegurarse el manejo de la tecnología.

Por estas razones el desarrollo de las tecnologías de enriquecimiento es fundamental para Argentina. Se trata nada más ni nada menos que de encontrar soluciones argentinas para problemas argentinos. Soluciones para enfrentar el sostenido crecimiento económico, soluciones que implican el desarrollo de la ciencia y la tecnología local, que harán que las empresas argentinas las construyan y abastezcan. De esa manera el país crece en conocimientos y capacidades.

Cristina Fernández durante los festejos
            del 60 aniversario de CNA
La visita de la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner a la CNEA en su 60 aniversario, en ese sentido es alentadora y saludable, para que el mundo entero vea que cuando uno está comprometido con el crecimiento y el desarrollo de una nación, todo se puede.

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